¿Qué define a un
político corrupto? Fue una pregunta clave que hice a varios analistas. Muchos
opinaron que eran chacales, buitres, hienas y demás animales carroñeros. Sin
embargo, en lo personal no creo que las bestias se merezcan la comparación,
primero porque los animales carroñeros cumplen una función orgánica en la
naturaleza y el político corrupto -de cualquier cuño- es una construcción
cultural. O sea, que los chacales, buitres y demás animales reaccionan por
instinto, en contra posición, el político corrupto lo hace, esencialmente, por
ambición, por lo que se convierte en el predador del humano más desalmado. Por
eso creo que las respuestas -de mis amigos analistas- la tomaron de la idea del
filósofo Thomas Hobbes que
enunciaba, “hombre es el lobo para el hombre”, pero no es así.
Una vez hecha
esta aclaración, en defensa de los animales carroñeros, paso a formular las cantidades
y los componentes vitales para hacer un político corrupto. Primero, cada uno de
estos personajes debe tener un 0.01% de consciencia social, donde palabras como
pueblo, sociedad, desarrollo y otras son fundamentales cuando busca su ascenso
al poder. Porque en su camino a las mieles del gobierno debe orientar sus
arengas para confundir a la población usando esa jergología. Los otros elementos esenciales son ser lambiscón,
además tener una ambición desmedida con la norma para hacer polvo a cualquiera
que esté en su camino, usar la traición en los momentos oportunos, tener por
principio ético la deslealtad y, sobre todo, la falta de escrúpulos para
engañar, robar, mentir y si es necesario matar. Estos componentes varían de
acuerdo al estatus del político en cuestión, porque no es lo mismo, por ejemplo,
un diputado de primer ingreso al parlamento, quien debe ser lambiscón en contra
posición al que tiene varias legislaturas, quien es canalla por definición.
Nombres concretos de políticos corruptos sobran, incluso acusados en los
órganos jurisdiccionales de justicia tanto a nivel local como Alfonso Portillo y para gloria de los
italianos Berlusconi.
Pero en el
ascenso del político corrupto y, para tener equidad de género, de la política
corrupta, una vez apoltronados ambos -hombre o mujer- en el poder, lo importante es saber jugar en
ese malabar de intrigas y sostenerse en los filos del trono y a cada gobierno
sacarle la mejor raja. Solo mire aquellos diputados que cambian de partido
político como cambian de guardaespaldas. Pero en la cúspide del poder o sea
cuando se obtiene la presidencia debe jugar con las normas establecidas entre
los otros políticos y salpicar corrupción para tener una “lealtad condicionada”
mientras se enriquecen a manos llenas. Además, debe comprender con claridad que
el poder real no opera en la política de gobierno, sino en los cónclaves de
personas y empresas dueñas del mundo, por lo que no las debe traicionar, porque
si lo hace, se obtiene la sentencia de expulsión del paraíso del Estado que es
de donde se obtiene la riqueza mal habida. Entonces, querido lector, no se
asuste si su vicepresidenta no da un informe real de sus bienes, ella aprendió a
manejarse en los filos del poder, lo que no ha aprendido y creo que nunca lo
hará es a tener un discurso acorde a su investidura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario