viernes, 14 de abril de 2017

La tercera guerra mundial

y la moral acomodaticia de la clase media


En estos días volvemos a escuchar los tambores de guerra. Los ejércitos de Estados Unidos de Norteamérica, de Rusia, de China, de Francia e Israel se preparan de forma violenta para repartirse -otra vez- el planeta. La pelea, como siempre, es para apropiarse de los recursos y riquezas de la tierra. Esta vez es por el gas y el petróleo, ¡Ahh, cierto!, también lo fue la invasión a Kuwait.

Por eso, los militares de estos países sacan sus cañones y los exhiben como garrotes para amedrentar a los oponentes. La guerra es el gran negocio, al final no importa de quién contra quién. Los fabricantes de armas se enriquecen hasta la obscenidad y su dinero se pesa en sangre.

La semana pasada corrió la noticia que el “army gringo” lanzó sendos misiles sobre Siria. ¿Cuánto vale cada misil?, ¿acaso se preguntó? Pues, querido lector, le comento que cada uno vale $382,000 más el barco que lo lleva encima, más los operarios asesinos que lo disparan, más toda la estupidez humana. ¿Cuántos dijo que lanzaron? Cierto, eran 59 misiles. Le dejo que realice la suma y reflexione, desde la comodidad de su hogar, sobre la cifra que sale. ¿Qué haría usted con ese dinerito?

Eso no importa, piensan muchas personas. Porque queda lejos y allí usan turbantes en la cabeza por eso son malos. Además, el dinero de los misiles no sale de mi bolsillo.

Al oír este tipo de comentarios me quedo con la certeza de la terrible moral acomodaticia que tiene la clase media en el mundo. Porque de cierto sé que Siria no queda lejos de nada, ahora todo está cerca, a la distancia de un click; y, segundo, aunque usted no lo crea, parte de los recursos que se usan para construir esta poderosas armas de destrucción masiva salen de su bolsillo.

Claro usted no lo mira porque la economía mundial es un tanto complicada; pero tenga la certeza que la riqueza del mundo la construimos TODAS las personas, aunque pocos se queden con las ganancias, véase los fabricantes de armas.

Por último, nos hacen creer que esas guerras  son por la libertad y la democracia. Esos conceptos, libertad y democracia, son tan amorfos como lo es la moral acomodaticia que nos brindan.


Entonces, querido lector, mejor encienda el televisor des-infórmese y crea en lo que las noticias le dicen, así todo estará en orden para usted. Aunque la tercera guerra mundial estalle en sus narices. Pero si algún día cae una bomba cerca de su casa, todavía tiene el recurso de orarle a su dios, como lo hace el enemigo, para no morir en el estallido.

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