domingo, 20 de agosto de 2023

¡Viva Arévalo!


Sandra Torres al filo del basurero de la historia 


Hay que tener poca valía política para hacer una declaración, tan proterva, como la de Sandra Torres, quien asegura que no desea “el comunismo para el país”, de ganar el partido político Semilla. Ella es una mujer arribista, no lo expreso desde mi condición de ciudadano, los hechos políticos de su conducta acomodaticia revelan a una personaje desesperada por asumir el poder. Para ejemplificar al lector, ella pasó del espectro político de una visión social-demócrata ––que la oligarquía en Guatemala considera comunista–, a la visión anticomunista para acomodarse en el favor de las élites “criollas”.

Durante décadas se le acusó de ser una “guerrillera”, quien tomó las armas; incluso hubo fotografías que la retrataban con el atuendo militar-guerrillero. ¿Foto montajes de las famosas “fake news”?, ahora, no lo dudo. Esa persona es, sin lugar a dudas, un ser grosero, a quien le urge ocupar el cargo de presidente para sentarse en el poder político, con el objetivo de servirse del mismo con cucharadas de corrupción. 

Comprendo, como lo ha analizado buena parte del continente, que este tipo de políticos arribistas, véase: Sandra Torres; Milei, de argentina o Fernando Villavicencio, de Ecuador; que se sospecha que la misma derecha mandó asesinar por resultarles incómodo. Ellas y ellos son ese lado nefasto del espectro de la política local -de cualquier país- en contubernio con las trasnacionales del poder económico para precarizar a las poblaciones; pero sobre todo unos simples advenedizos en el arte del poder. Si lo expresáramos a la vieja usanza, lamen la bota que los oprime para obtener algunas migajas de la riqueza que les dejan tiradas los oligarcas internacionales.

El país, la pequeña republica, como la nomino con ternura, despierta en contra de la avaricia de los viejos políticos. El presidente saliente es la vergüenza de un mediocre, (no pondré su nombre para que se olvide de la memoria histórica) acusado -nunca olvidar- de limpieza social en la cárceles; ahora el acomodaticio ladrón lleva en su haber, también, actos de enriquecimiento ilícito; pero sale a refugiarse en el Parlamento Centroamericano. Acotación necesaria, el Parlamento Centroamericano es un instancia política vital, el cepo que tiene es que está tomada por las ultras-derechas conservadoras de los países miembro, con una limitada visión política, que para lo único que sirve, en la actualidad, es para dar cobijo a todos los expresidentes, recalco, todos acusados por actos de corrupción, con enriquecimiento ilícito.

Escribo estas reflexiones a pocas horas del cierre del “balotaje”, (vaya palabra agringada) de la segunda vuelta como se estila en el negocio de las elecciones en todos los países; con argumentos tan baladíes como “la fiesta cívica de las elecciones” o “la democracia del voto”: esas segundas vueltas son simplemente el hecho de hacer negocio con las imprentas o los fiscales de mesa o dar “circo” adecuado según la antigua política romana; pero sí, se les olvida el pan.


Los retos del Partido Semilla son de extremo delicado, por una parte tienen a la vieja como ortodoxa oligarquía, por otra parte en contubernio a las trasnacionales con la rancia oligarquía; también a la oligarquía en comunión con el Ejercito Nacional para asegurar zonas de influencia del narco-tráfico. ¿Habrá algún general en el país que no orine los muros? En síntesis, los retos de gobernar un país que pasó casi 50 años de anticomunismo como modelo de política, (1954-1988) a más de 30 años de neoliberalismo con más anticomunismo es difícil, (1996-2023). Es realmente un reto enorme, pero hay una mayoría dispuesta a dar los pasos necesarios.

Queridos y queridas partidarios de un país sin corrupción, miembros o no de Semilla, quienes aspiramos que exista una leve distribución de la riqueza a favor de las mayorías, que las personas no mueran de hambre o se vean obligadas a emigrar para ganarse la vida. Con ustedes, con nosotros me levanto a caminar. Desde la trinchera de éstas palabras nos sumamos a la causa de las mayorías. ¡Viva Arévalo!

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