lunes, 6 de junio de 2022

Milei, la tiene pequeña…

obvio, la ideología; sus preceptos son dos esencialmente: estás conmigo o contra mí. Postulados políticos de una precariedad absurda. Porque la política es el equilibrio del poder desde las diferentes visiones del mundo. Sin embargo, cuando se convierte en un atrincheramiento ideológico -como el caso de Milei- toda acción política en un festín para el canibalismo, además, con el insulto como única forma para debatir. La injuria, como agravio contra la persona, es en esencia una falacia ad-hominen.

Un caso paradójico podría resultar el título de esta columna, porque en el uso de las palabras se insinúa una condición personal. Debemos acotar, con una ética de respeto, que no me refiero precisamente al sujeto Milei, él -como otros supuestos hombres de la política- representa una corriente pensamiento pragmática sobre la obtención de riqueza, la cual se sustenta en el odio. Podemos mencionar, precisamente, a Jahir Bolsonaro o Donald Trump, individuos que admira Milei, según sus propias palabras.

En consecuencia, Milei, Trump o Bolsonaro, para citar algunos personajes insuflados desde los medios hegemónicos de la comunicación, representan los intereses de una minoría de la población mundial. Veamos los datos estadísticos, solo 56 millones de adultos, en todo el mundo, tienen más de un millón de dólares. Es decir, menos del 1% de la población de todo el planeta, tiene una riqueza desmedida. Querido lector o lectora, lo voy a colocar con todos sus ceros; la población mundial es: 7,800.000.000 contra 56,000,000. De esto resulta, que Usted o yo no estamos contenidos en ese 0.71% de los millonarios del mundo. Claro me puedo equivocar y un alguien, quien me leyera, resultase millonario. Sonrío, por la ironía contenía en mi última frase. 

De ese limitado análisis estadístico, tengo la certeza que tanto Trump o Bolsonaro no figuran entre los hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes. Cito Forbes, porque es una fuente que representa la riqueza desmedida como único fin en la vida. ¡Qué pobreza espiritual! ¿Qué podemos decir de Milei? Según su propia biografía, es un muchacho de barrio pobre con aspiraciones.

Es imprescindible esta acotación, la riqueza es una construcción social, es decir, todas las personas y cada una participan en la producción de está riqueza, pero la apropiación es un hecho individual, según el modelo de sociedad que hemos construido a lo largo de la historia de la humanidad. La anterior síntesis -sobre la riqueza- es un debate para la reflexión constante, el cual no puedo exponer en esta columna, por relación de espacio. Por ende, podemos concluir que, la apropiación de la riqueza por este sector minoritario de la humanidad se realiza a través de la violencia, para lo mismo cuentan con una impresionante armada o ejercito para despojar a otros países o un gritón como Milei que participa en contra de las mayorías que el mismo dice representar. 

 En síntesis, podemos observar que Milei -como sujeto- es la excusa perfecta para reflexionar sobre el modelo de sociedad que debemos construir. La propuesta de berridos incoherentes que representa este actor está lejos de una ética sobre la dignidad. Es más, siempre me he negado a escribir sobre estos personaje, como diría el refrán popular, “gastar pólvora en chimangos”.

Habito en otra región del mundo. Sin embargo, los medios hegemónicos me hacen llegar, a través de las redes, las aberraciones de un personajillo como Milei. El otro día escuchaba en un corto publicitario, donde aseveraba el mercadólogo -no periodista- de publicidad, quien entrevistaba a Milei, que al otro lado de la línea telefónica estaba Santoro. Por lo cual, Milei insultaba a Santoro a mansalva. Infame montaje. 

Pero más allá de esa caricatura que resulta de la politiquería que practican actores como Milei, hay un hecho contundente que me llamó la atención. Milei, por órdenes de sus patrones -los ricos del mundo- construye una narrativa donde afirma que es el tamaño del Estado lo único que entorpece la gestión de la sociedad argentina. Un discurso que en apariencia tiene un postulado de acción, el cual es más falso que la precaria ideología del propio Milei.

Esa falacia ad-populm, del tamaño del Estado, es una triquiñuela que los poderosos, de cada país, usan para enriquecerse a costa del erario del mismo Estado. Veamos, Macri necesitó del Estado-Argentino para enriquecerse en lo personal, solo que él usó a toda la población, como presidente, para su beneficio personal. ¿Lo dudan? Caso igual será Milei. Hago -en este momento- astrología política para reprender a Milei con sus postulados neoliberales. 

En ese afán, invito tanto a Santoro pero esencialmente al resto de la población argentina, para realizar las siguientes preguntas: ¿se podrá re-negociar el precio -en el mercado mundial- de la soja? o ¿la población argentina estará condenada, por los ricos del mundo, a padecer hambre? Pregunta qué, obvio, el que la tiene pequeña no puede hacer. 

Para cerrar, cito al periodista mexicano, Alejandro Paez, quien afirma que los presidentes neoliberales son gerentes de una gestión administrativa que se quitan o se ponen según los interese del capital. ¿Será el caso de Milei?

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