sábado, 9 de enero de 2016

Los crímenes de guerra del anticomunismo contra el salario diferenciado de la sociedad guatemalteca

Al parecer el año 2016 trae una caja de pandora, ésta se abre al compás de intereses contradictorios. Por una parte se firma un decreto de “salario mínimo diferenciado”, es decir que en ciertas partes del país se puede pagar menos que el insignificante “salario mínimo” y, a las horas, se conoce la noticia que se van a procesar a más de 10 militares por sus crímenes de guerra.
Entro a leer las noticias en los diarios digitales y los comentarios son radicales y opuestos; por una parte están todos aquellos que alaban al Ejército Nacional de Guatemala como ente salvador contra el comunismo y, por otra, las personas que intentan creer que este país puede ser diferente, si los crímenes de los militares no se quedan impunes.


Entonces, querido lector, veamos el tema en perspectiva, según la convención del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, define como crímenes de guerra todo aquello que comprende las conductas tipificadas como asesinato, exterminio, (…) o persecución por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos, (…) o cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.
Para todos aquellos epígonos, defensores radicales del Ejército Nacional, les comento, por si no lo saben que el comunismo es un opción política, no una enfermedad, por ende, estos militares -quienes serán juzgados con toda dignidad y tendrán derecho a una legítima defensa- cometieron crímenes contra la humanidad.
Porque atacaron, por razones políticas e ideológicas, a otra parte de la población civil. Habitantes, sobre todo mujeres y niños, a quienes combatieron con saña y mataron, quien diga la contrario que vea la lista de cadáveres, según cifras de la antropología forense de este país son más de 200,000.
Además, esto es un agravante porque los acusados forman parte de una institución del Estado, es decir se usó recursos del país para destruir a otra parte su misma sociedad. Han pasado más de treinta años y parece que la memoria histórica intenta hacer un balance para la dignificación de las víctimas.
Lo extraño del asunto es que la actual sociedad, violenta y corrompida, que estos militares ayudaron a crear, ahora los juzga; porque sus actos son tan crueles como el modelo social anticomunista que nos toca vivir. De esa cuenta, podemos aseverar que el capitalismo es un sistema que se basa esencialmente en la capacidad de despojo de un grupo minoritario sobre las grandes mayorías; para lo mismo tienen, pues, leyes o incluso policías y ejércitos para mantener el control social.
Por eso la contradicción me parece que tiene una ingenuidad casi extrema, porque este sistema, que los militares con balas construyeron, es capaz de matar de hambre a las personas, pero –al mismo tiempo- los juzga. 

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