y la
moral acomodaticia de la clase media
En estos días volvemos a escuchar
los tambores de guerra. Los ejércitos de Estados Unidos de Norteamérica, de
Rusia, de China, de Francia e Israel se preparan de forma violenta para repartirse
-otra vez- el planeta. La pelea, como siempre, es para apropiarse de los
recursos y riquezas de la tierra. Esta vez es por el gas y el petróleo, ¡Ahh,
cierto!, también lo fue la invasión a Kuwait.
Por eso, los militares de estos
países sacan sus cañones y los exhiben como garrotes para amedrentar a los
oponentes. La guerra es el gran negocio, al final no importa de quién contra
quién. Los fabricantes de armas se enriquecen hasta la obscenidad y su dinero
se pesa en sangre.
La semana pasada corrió la
noticia que el “army gringo” lanzó sendos misiles sobre Siria. ¿Cuánto vale
cada misil?, ¿acaso se preguntó? Pues, querido lector, le comento que cada uno
vale $382,000 más el barco que lo lleva encima, más los operarios asesinos que
lo disparan, más toda la estupidez humana. ¿Cuántos dijo que lanzaron? Cierto,
eran 59 misiles. Le dejo que realice la suma y reflexione, desde la comodidad
de su hogar, sobre la cifra que sale. ¿Qué haría usted con ese dinerito?
Eso no importa, piensan muchas
personas. Porque queda lejos y allí usan turbantes en la cabeza por eso son
malos. Además, el dinero de los misiles no sale de mi bolsillo.
Al oír este tipo de comentarios
me quedo con la certeza de la terrible moral acomodaticia que tiene la clase
media en el mundo. Porque de cierto sé que Siria no queda lejos de nada, ahora
todo está cerca, a la distancia de un click; y, segundo, aunque usted no lo
crea, parte de los recursos que se usan para construir esta poderosas armas de
destrucción masiva salen de su bolsillo.
Claro usted no lo mira porque la
economía mundial es un tanto complicada; pero tenga la certeza que la riqueza
del mundo la construimos TODAS las personas, aunque pocos se queden con las
ganancias, véase los fabricantes de armas.
Por último, nos hacen creer que
esas guerras son por la libertad y la
democracia. Esos conceptos, libertad y democracia, son tan amorfos como lo es
la moral acomodaticia que nos brindan.
Entonces, querido lector, mejor
encienda el televisor des-infórmese y crea en lo que las noticias le dicen, así
todo estará en orden para usted. Aunque la tercera guerra mundial estalle en
sus narices. Pero si algún día cae una bomba cerca de su casa, todavía tiene el
recurso de orarle a su dios, como lo hace el enemigo, para no morir en el
estallido.
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