Una de las muertes más terribles, por el dolor que provoca, es la que se produce por quemaduras. El índice de sufrimiento se ha medido porque las personas que sobreviven han dado testimonio. Entonces, llorar por las 43 niñas del “Hogar Seguro”, a quienes encerraron y luego asesinaron quemándolas, no tiene perdón.
Luego, sobre ese hecho criminal contra las niñas indefensas, escuchar al maldito del presidente Morales, justificar que no fue su responsabilidad, e inculpar a los órganos del Estado, como el Ministerio Público u Organismo Judicial, solo te provoca una rabia e impotencia terrible. Piensas que él debe ser condenado por sus crímenes, y que muera en una hoguera a la mitad de la plaza, como escarnio público, para que los otros malvados tomen ejemplo.
Entonces, reflexionas que esa violencia —quemarlo vivo— solo traería más violencia. Pero el cinismo del fantoche presidente Morales no tiene perdón. Hoy la historia lo condena, y las generaciones futuras lo recordarán como el malvado asesino que es, además de ser un arribista vulgar.
Además, en entrevista para CNN con Fernando del Ricón, el presidente Morales justificó ese crimen como una falencia de la familia. ¿Qué puede opinar él?, si su hijo y hermano tienen proceso penal por corrupción. Ahora comprendemos que la ética de ese nefasto presidente y la pandilla que representa es la del advenedizo ladrón común. Esta ética engloba a todos los ambiciosos, por lo general militares y políticos, quienes actúan contra el país y se benefician de lo que pueden robar por medio de la corrupción.
Una pregunta que surge, ¿por qué se fugaban las niñas? Porque ese “Hogar Seguro” se transformó, con el conocimiento del presidente Morales, en un espacio para la trata de personas. Entonces, toda personas que niegue esa maldad es un canalla igual que el paria presidente. Pero si el presidente no lo sabía, alegar ignorancia no lo absuelve, de hecho lo condena dos veces, porque no sabe qué es gobernar para el bien común.
El Estado de Guatemala, con su Gobierno de títere, no es garante para la población; solo los miembros de esa pandilla de Morales se benefician, haciendo negocios tramposos. Por ejemplo, el hijito del presidente vende comida imaginaria para una población con hambre. El hijo, otro maldito, debe pagar su culpa trabajando durante 20 años en el campo para producir comida y nunca cobrar un centavo.
Este Gobierno no otorga ningún beneficio, en particular a los seres humanos más vulnerables; tal vez asesinarlas fue lo único que hizo por esas niñas, quienes ya eran víctimas de una estructura de despojo.
Hoy tenemos duelo por las 43 niñas, niñas de ceniza que deben ser un estandarte para que renazcan, cual ave fénix, en un futuro mejor para todas y cada uno. Por lo menos, hoy tenemos la rabia como esperanza.
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