Todo acto de protesta social representa
el límite de lo que se considera aceptable, aunque no toda manifestación
-pacífica o violenta- sea una causa
noble de la reivindicación humana. A lo
largo de la historia, tenemos ejemplos notorios, como la revolución en Francia en 1789, donde
toda una comunidad de se cansó de la violencia de los reyes, los depuso del
poder e incluso los mandó a decapitar.
Guatemala,
nuestro país, tiene sus actos de valentía frente los desmanes de los
dictadores, recuérdese -querido lector- que apenas en 1944 la población se
hartó de la violencia del dictador Jorge Ubico, por lo que salió a manifestar a
la calle, luego de algunas jornadas y la
intriga del embajador norteamericano, aquel viejo sátrapa se vio obligado a
dimitir y salir huyendo -con buena parte del erario del país- para refugiarse
en México y luego en los mismos Estados Unidos.
Traigo a la
memoria el ejemplo inmediato, porque las manifestaciones pacíficas y espontáneas
que hemos vivido en los días tienen una referencia concreta en el ejemplo de
1944. Recuérdese, por si lo había olvidado, la primera concentración masiva en
la plaza se debió a la soberbia y latrocinio de Roxana Baldetti, quien -ante la
presión social y de los poderes reales- se vio obligada a renunciar, porque
como sociedad, ante tanta corrupción, estábamos cansados de los abusos de las
figuras públicas. Una corrupción que se instauró desde 1954. Cito
–precisamente- 1954 porque es el año en que los Estados Unidos impusieron -por
la fuerza- un modelo democrático en nuestro país
Por favor, no me
vaya a tildar de comunista o algo así, es la historia reciente de nuestro país
que incluso los poderes, como la CIA ha develado después de más 50 años, donde
ellos afirman que ante la amenaza “comunista” decidieron intervenir el país
para la seguridad nacional de ellos. Para corroborar lo que expreso, puede
colocarse en Google y poner intervención Norteamérica a en Guatemala y allí
están los documentos.
Este ejemplo me
resulta clave, porque las actuales protestas civiles de nuestro país tienen
cierto grado de similitud. En ese sentido, es fundamental afirmar que la
corrupción que se genera en el Estado, como lo comentaba en columna anterior,
tiene su “socio” directo en la iniciativa privada. Ahora, ¿quién es nuestro
socio comercial más importante? La respuesta cae de su peso, es entonces una
buena parte de las empresas norteamericanas en el país quienes han evadido los
impuestos y crearon la famosa “línea” de la SAT, para beneficiarse de
ella.
Pero acá el
punto, ningún poder es sólido, siempre tiene sus diversas posiciones y de esa
relación destaca que siempre se fractura, como lo que sucedió en nuestro país
hace unos días con la noticia bomba de la ex vice presidenta, quien -después de
su popularidad- resultó ser una criminal buscada por sus actos de corrupción;
los cuales son evidentes, pero reflexione no fue el ciudadano de a pie, ese que
va a la protesta, quien destapó la corrupción. Fueron las instancias internacionales,
porque, tenga la certeza, que el equilibrio de poderes se partió. Ahora, entre
protestas y composición del nuevo poder, la sociedad guatemalteca busca un
nuevo orden político. La nebulosa de ese conflicto es atípica, pero tenga la
certeza que, en ese río revuelto, otro sector de las tras nacionales
norteamericanas saldrá beneficiado. Pero me queda la esperanza, como a todos
los manifestantes, que lograremos con estos otros sectores un mejor equilibrio
social en el país y los enfermos no se morirían en los hospitales o
declararemos otra hambruna. Nuestra esperanza.
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