miércoles, 6 de junio de 2018

La fuerza de la naturaleza versus el mediocre presidente y la caridad


La tragedia social por la erupción del Volcán de Fuego es responsabilidad del Estado, directamente por la irresponsabilidad del monigote Morales y todo su mediocre equipo en el gobierno actual. La indignidad que causan los comentarios públicos del Señor Presidente, como por ejemplo: “no hay presupuesto para auxiliar a las víctimas”, demuestra con creces su malicia, arribismo y torpeza. Este sujeto no tiene ninguna cualidad humana, menos de estadista. ¿Qué está haciendo en el puesto?, reflexione, querido lector. 

No deseo imaginar lo que dice en privado, porque es tan ingrata su actitud que ni calcinándolo mil veces con toda la lava del volcán se borraría la ignominia que él, como individuo, le ha causado al país.  Nada lo redime.


El papel de este individuo en el proceso histórico será calificado como mediocre y deberá ser recordado como el arquetipo de monigote racistas, clasista y sexista que es.  Pero la verdadera tragedia humana no se debe a la erupción de un volcán que, incluso, es predecible; se debe a la estructura social del despojo que ocasionan los banqueros, pseudo industriales, terratenientes y demás personajes de oscura conciencia, quienes se regodean en su maldad y hacen alarde de su riqueza.

Ante la brutal fuerza de la naturaleza y la tragedia social muchos compatriotas, por la meliflua respuesta del gobierno, se agolpan y crean un gesto de caridad. “Donemos algo para ayudar a nuestros hermanos”.  En ese momento, por la desgracia que ocasionó la erupción del Volcán de Fuego, se convierten en “nuestros hermanos”. Antes eran campesinos andrajosos y pobres. Triste condición que nos dejó la conciencia del miedo. La comodidad -desde la distancia- hace que muchos se golpeen el pecho ante la devastación. Sin embargo, en su entorno cotidiano son indiferentes, incluso, han naturalizado el despojo como forma de vida; “son pobres porque no trabajan”.




Esta forma de conciencia no es gratuita ni mucho menos significa que la humanidad haya perdido el valor de la solidaridad. Pero dentro de la diversidad de personas están aquellos sujetos masculinos y femeninos, quienes son capaces de volcar todo el egoísmo para su comodidad: me basta citar a los diputados. NINGUNO, insisto, ninguno tiene un ápice de bondad: todos son malvados y oportunistas. Además, están las instituciones cuyo eje es la violencia: véase el ejército. Por último, los dueños del dinero, esos rapaces banqueros, quienes son malditos de lucrar con el hambre y la tragedia humana: “Abramos una cuenta, donemos”, mientras el dinero les reditúa intereses por minuto. 

Sin embargo, estos sectores -militares, políticos y ricos- se articulan de forma eficiente en el manejo de la conciencia social del miedo. Con sus actitudes, estos señores y señoras crearon -para nuestra época- el terror como el ente rector de la vida. Así, los ideólogos del sistema tienen máximas como: “No pienses de más porque te asesinamos” o “Si no consumes, eres un subversivo”. Hace muchos años, la sociedad consideraba otros valores, pero la brutal guerra -entre otros factores- desgarró la empatía y la convirtió en un estado amorfo de la conciencia.

Se agradece, desde la instancia individual, el gesto de caridad. Hoy, un campesino desarrapado agradece la frazada y el pucho de café que llegó,  pero la caridad le resta responsabilidad al Estado y a sus ejecutores, el gobierno.  O ¿El Estado es solo para beneficio de los ricos?, reflexione, querido lector. ar

Es decir, la tragedia social es causa de la desigualdad del sistema en su conjunto y no por la erupción de un volcán. La caridad es el resultado de los sentimientos de culpa de una sociedad resuelta en la conciencia del miedo. ar


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