sábado, 18 de julio de 2015

Algunas respuestas periodísticas sobre las elecciones


Hace cuatro años, cuando la pandilla de políticos concentrados en el Partido Patriota estaban trabajando afanosamente por acceder al poder, desgañitándose contra sus adversarios, en una conversación privada el director de Guatevisión comentó, en forma de chiste a los contertulios, cuando alguien le hizo la pregunta ¿a quién le creía para gobernar?, ¿si a los “patriotas” o a sus oponentes?  Él respondió sarcástico, "de que te querés morir de cáncer o sida". Los participantes rieron por la ocurrencia, algunos porque eran subalternos, otros -imagino- porque su actitud lambiscona los empujó a la jocosidad. 
Yo guardé un prudente silencio, de unos cuantos años, ante la desfachatez de la respuesta. Sin embargo, ahora me pronuncio, sobre todo porque nos encontramos -otra vez- en la encrucijada de las elecciones para el cambio de gobierno.  Declaro: yo como ciudadano -con derechos y obligaciones- no deseo "morir de cáncer o sida",  espero que los gobernantes que se elijan, a través del voto, cumplan con la función de organizar el Estado, para que la población viva con dignidad. Yo, como usted querido lector/a, considero que tenemos la obligación de reflexionar y pronunciarnos con nuestra actitud para que este país, el nuestro, sea mejor.   
La respuesta en forma de chiste, por demás sarcástica, -obvio- lo beneficia a él, como director de un medio de comunicación, donde cualquier imberbe candidato pauta su publicidad política por segundo y no importa cual contendiente lo haga. Es de felicitarlo por su medio, es la forma como se articula el sistema para que funcione en la publicidad. Reitero -para que quede bien escrito-, es la forma como el sistema en su conjunto se articula; la comunicación como un medio efectivo de publicidad para vender llantas, hamburguesas o un candidato político. Esta publicidad tiene un costo y ellos, como medio de comunicación,  cobran por transmitirla.
Sin embargo, ante lo desmesurado y violento que es la política local y sus nexos internacionales es importante tener una ética de respeto a la vida. Porque me parece importante ganar dinero a través de una actividad como la publicidad política; pero también es vital, si no queremos que la realidad nacional se desmorone totalmente, que marquemos una diferencia.
En ese aspecto, por estos días -como lo esperábamos-, quienes tenemos interés en la cosa pública, porque nos importa nuestra patria, apareció Alfonso Portillo como candidato a una diputación. Lo ridículo de la situación, aparte de las enormes vallas publicitarias, fueron sus spot publicitarios, donde él declaraba que le interesaba el país y sus habitantes. Acá, cabe una obscenidad, una palabrota, porque de veras el ahora contendiente Portillo, fue declarado culpable por malversar fondos del Estado cuando fue presidente,  esto lo enriqueció de manera ilícita. Con esa suerte de tramposo no vamos a ningún lado.
Aplaudo a los magistrados -del Tribunal Supremo Electoral- quienes denegaron su participación, amparados en la Constitución Política. Porque la ética de Portillo responde a la de un criminal confeso con dosis de cinismo y sarcasmo inigualables en nuestro país.

Entonces retornando a mi tesis, somos los ciudadanos -incluye empresarios- quienes debemos tener una ética de respeto a la vida y no escudados en una pobre justificación, “si no lo hago yo, lo hará alguien más.” Porque entonces, nuestras acciones, como promocionar a Portillo en la publicidad política, nos hunden como país. 

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