Hoy se disparan
las alarmas del terror en Occidente y Francia
grita -a los cuatro vientos- el horror de un atentado con disparos en la
Ciudad Luz, París.
Ante la tragedia
de los hechos, los ingenuos se desgarran las vestiduras y colocan su foto del face con los colores de la bandera
francesa; los noticieros -CNN y asociados- encienden la pira y los
comentaristas atacan feroces a los monstruos terroristas; mientras tanto, los
magnates de la guerra -con sus banqueros- engordan felices ante la violencia
provocada por su avaricia.
En el equilibrio
del poder se debe destacar que los representantes del Estado francés -como debe
ser ante la afrenta- han lanzado una consigna de venganza contra los "terroristas".
Al día siguiente levantaron otra vez sus aviones militares y bombardearon con
más ahínco la ciudad de Siria.
Porque si no lo
sabía, querido lector, Francia y sus aliados tienen años de estar destruyendo
el Medio Oriente, o -acaso- se les olvidó el niño ahogado que amaneció como
dormidito en una playa vestido de rojo, quien junto a sus padres trataba de
huir de las bombas que los intereses mezquinos hacen llover a diario en las
ciudades como Siria.
Siria es un país
como muchos otros, tiene un espacio geográfico y la belleza del paisaje, una
población con sus creencias religiosas, ritos anuales y personas de todo
calibre con sus contradicciones; desde seres nobles hasta viles y malvados;
éstos últimos se prestan -por ambición también- para destruir a sus
"compatriotas" y poner el espacio geográfico a disposición de los
poderosos.
Además, Siria es
un paso estratégico para el agua, el petróleo y gas de la península del
Bósforo. Estos recursos son utilizados por los europeos -incluye rusos- para
vivir el placentero sueño de Occidente y no les importa a quienes deban
destruir.
Toda guerra es
una causa económica disfrazada de cierto mito nacional o escondido en los
dogmas religiosos; mitos y creencias que sirven para impulsar el fanatismo de
los combatientes. Pero se debe resumir, "alguien vende las armas y otros
ponen los muertos".
niño sirio mira el mar desde la eternidad |
Hoy y siempre la
violencia es la imposición del poderoso y la reacción de la víctima, en raras
ocasiones, es un zarpazo desesperado por el dolor de sus muertes.
Porque un
verdadero acto de terrorismo es aquel que se legitima con la ideología del
poderoso y no la acción desesperada y pobre de un grupo desquiciado por el
dolor.
Esta guerra de
Occidente es un juego estratégico de magnates, ninguno de estos señores conoce
la fe religiosa o la ideología partidista, saben únicamente del dios del
dinero. Atrás de Hollande están Putin o Merkel y una sarta de terribles y
canallas gobernantes, quienes empuñan sus báculos y sonríen por sus ganancias con
los otros señores de la guerra.
En lo personal
me queda invocar, con estas palabras, un acto de esperanza por el mañana, tal
vez sea triste porque todo acto de violencia es doloroso.
"cuando las palabras no tienen retorno
o el cielo pierde a sus dioses. todo el miedo del mundo cabe en el llanto de un
niño frente al mar. porque las olas no traen el mensaje del alba y el camino lo
trazan las despedidas sin horizonte. allí las personas caen a la mitad de una calle en blanco y son una
fecha póstuma -sin membrete- en el calendario de la guerra."
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