acá voy cantando a gritos una canción pop, oyendo a regina tello. já. ar |
En más
de alguna ocasión -querido lector- usted
se habrá quejado del tránsito de su ciudad, habrá vociferado y tengo la certeza
que le echará la culpa al prepotente del policía municipal o en el mejor de los
casos al mediocre del alcalde. Dentro de su cotidianeidad esto es cierto, tanto
el alcalde -con sus famosos planes de contingencia y carriles reversibles- como el policía forman parte del problema que
usted debe resolver cada día; trasladarse de su hogar al trabajo.
Pero
deje que le cuente algo, en todo el mundo hay alcaldes mediocres o policías
viales insufribles, todas las grandes ciudades tiene el congestionamiento
vehicular como norma, por eso se llaman metrópolis. Es decir, muchas urbes del mundo tiene este
problema; ciudad igual a tránsito y todos los nobles usuarios de su auto se
quejan de la policía de su país o del mediocre alcalde del alcalde.
Por
ejemplo, en Puerto Rico los automovilistas, con aquellas autopistas enormes,
bien pavimentadas y de paga, se encuentran cada día con el “tapón”; llegan a
sus trabajos abrumados por las dos horas y más que tuvieron que hacer cada día.
Sin embargo, al volver a sus casas una conversación promedio es “¿cómo estuvo
el tapón?”.
Pero
pasa igual en Chile, allí puedes escuchar una conversación donde el amable
esposo le pregunta a su pareja, “¿cómo te fue en el taco?”. Además, vuelves a
oír la conversación sobre que el policía tal hizo que la fila o cola, según sea
el caso, se entorpeciera más de lo debido o que el alcalde está ampliando tal
autopista y el tiempo de espera fue más largo. Luego de apaciguados los ánimos,
se preguntan cómo les fue en sus actividades; luego la conversación deviene en
los chicos, la escuela, el o la jefe y total pasan a comer algo y luego corren
a dormir porque se deben levantar temprano para que el tránsito no los atrape.
Esta
vida parece un círculo perverso que gira en torno al tránsito y la vida de las
personas -en las grandes ciudades- se marca por los días que tienen más o menor
tránsito. Este “fenómeno” social, el tránsito, tiene por principio -según mi
criterio- lo irracional que resulta el sistema de transporte de las ciudades,
sobre todo porque la lógica del sistema de consumo es la venta de cualquier
cosa, incluyendo carros.
Entonces,
lo ideal es que usted para poder movilizarse compré un auto y sea feliz, pero
no comprende, porque -allí está la trampa- que usted termina frustrado por
tener auto. Pero como las ciudades cosmopolitas tienen algunos sistemas alternos de transporte, pero
estos no son suficientes, como el metro, los troles o los autobuses, Usted termina comprando su
autito para transportarse y entra en el infierno de la hora pico y su vida
comienza a girar en torno a los congestionamientos.
En fin,
este círculo del tránsito parece inacabable, entonces, para estos días
prepárese querido lector, porque la época navideña es un caos vial, pero sea
feliz, incluso, si puede compre otro auto para poder moverse en una ciudad, la
nuestra, que parece tener su principio rector en el desorden vehicular y,
obvio, sea feliz.
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