lunes, 18 de abril de 2016

Yo condeno a la industria

Los desechos sólidos

Las industrias de cualquier naturaleza y la ineptitud en el manejo de sus desechos sólidos son las responsables directas que destruyen parte del ambiente, a saber: refrescos embotellados -Coca Cola, Pepsi Cola, Big Cola y otras marcas-; también la industria del tabaco, cigarros, -Malboro, Rubios y más-; bebidas alcohólicas, -Gallo, Brava y las que recuerde-; particularmente comida chatarra -Sabritas, Tortrix, Diana y otras-; pañales para bebé -Huggies, Johnson & Johnson y otros-. Recalco, todas las industrias, no solo las que mencioné.

Con la frase inicial intuyo -querido lector- que algún gerente menor de estas marcas saltará en su escritorio, me insultará primero y luego -con excusas inútiles- tratará de evitar su responsabilidad. Los referidos administradores argumentarán que “no es culpa de ellos que las gentes cochas tiren la basura a la calle, en los caminos o en los parques”; ellos, se dirán en sus cabezas, son los “nobles” empresarios que ofrecen productos para hacernos más cómoda la vida. Lo que es una gran mentira en principio, porque muchos de los actuales productos no son vitales, ni siquiera son buenos para hacer de nuestra vida algo mejor.
El Chal, Petén. Un paraíso contaminado. Foto ar.


Sin embargo, la lógica de producción masiva, la industria como tal, es la que impulsa campañas millonarias en publicidad para que las personas compren y compren y vuelvan a comprar sus productos; así la industria puede crecer y vender más. Es una relación de destrucción que parece interminable, como una serpiente sin fin que se muerde la cola.  De esa cuenta, al consumir de esta forma irresponsable es cuando la carga de desechos sólidos termina en las calles, parques y caminos. Primero, porque es cierto, los ciudadanos NO TIENEN UNA EDUCACIÓN MÍNIMA para comprender que la contaminación es peligrosa para la saludad; pero, a su vez, NO HAY LUGARES -muchas veces- donde depositar los desechos sólidos, vaya basureros.

El Chal, Petén. Un paraíso contaminado. Foto ar.
Acá hago una clara distinción entre basura y desechos sólidos. Los desechos sólidos son reutilizables por la misma industria, si tienen un manejo adecuado, incluso, los desechos orgánicos; pero se convierten en basura cuando se contaminan entre sí, por ejemplo, restos de comida dejados en un plato desechable de aluminio.

Por lo que -desde esta posición de columnista- creo una iniciativa para que se regule, a través de la legislación, que todas las industrias inviertan parte de sus ganancias en campañas de promoción educativa para el reciclado; y, además, deben construir plantas de procesamiento para reciclado de los desechos sólidos que producen. Por ejemplo, desde mi experiencia he visto como las bolsitas de Tortrix, Sabritas, Diana son las que más contamina los bosques y selvas de nuestro país; las personas dejan tiradas las referidas bolsitas que, con el paso del tiempo, obstruyen los pasos de agua o destruyen la tierra; habría que crear, por ejemplo, una campaña por municipalidad para dar un incentivo económico a la corporación que entregue por tonelada esa bolsitas destructivas del ambiente a la industria que las produce, cualquiera de las mencionadas y no solo éstas, y ellos las reutilicen en sus plantas de reciclado. Suena idílico, ¿no le parece querido lector?


Estas dos propuestas son a todas luces, incluso, un buen negocio; pero -sobre todo- tiene como racionalidad intentar frenar y mitigar el impacto destructivo que crea los desechos sólidos de las industrias. Pero imagino que la torpe visión de los gerentes locales se negará a apoyarlas, habrá que empujar una iniciativa de ley en un organismo internacional para que les sancione y se aplique a nivel mundial. De lo contrario, las míseras ganancias que obtienen, los mismos empresarios, se perderán por la codicia de su limitada riqueza y nosotros perderemos LA NATURALEZA, NUESTRA VIDA. 

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