Estimadas lectoras y lectoras, hoy en
nuestro país, como en muchos otros países del mundo, se tiene el sistema
democrático con elecciones periódicas; un modelo de gobierno -en apariencia-
con ventajas para la alternabilidad del poder.
Sin embargo, luego de vivir algunos años, ver lo que he visto y
reflexionado sobre lo que he leído, me permito compartir con ustedes una
parodia, en tono burlesco, de las elecciones en nuestra patria, que bien podría
ser el país de otros en cualquier parte del planeta.
Espero la disfrute por el nivel de
sarcasmo que contiene, porque la violencia que los políticos nos han impuesto a
lo largo de los años nos ha dejado en el límite del colapso social. Dice así:
Cerró de golpe la constitución, luego ordenó, “yo, el máximo
dignatario, decreto que las elecciones sean diarias para que la democracia
marche adecuadamente en prosperidad de la patria”.
Después, con voz de mando, llamó al Ministro de Comunicación,
le ordenó que hiciera la convocatoria para las votaciones. El raquítico
ministro intentó musitar algo, pero la orden se impuso. Minutos más tarde, con
otro grito, convocó a la Ministra de Educación. Ella -sumisa y fiel- acató la
directriz que se le imponía. Al gordo Ministro de Relaciones Exteriores le
dictó una resolución, éste tomó nota y desapareció. Por último, le cuchicheó
algo -en tono de secreto- al obediente Ministro de Gobernación.
Desde ese día, bajo su designio, quedaban escritas las
órdenes para que la democracia funcionara perfectamente. Porque él no iba a
permitir más desordenes ni protestas en la patria con bloqueos de carreteras o
manifestaciones públicas que provocaran bochinches.
Él -como gobernante absoluto- había decretado que todos
los días habría elecciones, incluyendo los domingos, días de asueto o fiestas de
guardar. Con esa orden, todos los ciudadanos debían elegir autoridades cada
mañana, antes de las diez, luego regresar a sus labores, porque la economía del
país no se podía detener.
De esa cuenta, a los escolares se les daría educación
cívica del sufragio, para que -llegado el momento- estuvieran aptos para votar.
A los honorables miembros de la Cooperación Internacional se les hospedaría en
el mejor hotel de la ciudad para que -cómodamente- verificaran los resultados.
La prensa local publicaría -en la edición matutina- la foto de los triunfadores
de la contienda electoral. Todo esto sucedería bajo el estricto control del Ministro
de Gobernación, quien -además- debería citar a los Ministros de Salud, Agricultura,
Economía y Finanzas para fusilarlos, porque se habían vuelto inoperantes en la
democracia participativa. Sanciónese y cúmplase.
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