sábado, 26 de marzo de 2016

Preparen, apunten... fuego

Sintió el plomo cortar su carne, luego cayó lentamente y la vida se fue apagando como los suspiros sin amor. Pero antes de exhalar el último aliento recordó fragmentos dispersos de su trayectoria; pensó en aquel día cuando asesinó la primera vez a un hombre y en la mujer que juró amar. No dejaba nada detrás, su vida fue un cúmulo de actos violentos y vivió de forma cruel.

Los fusilados de Francisco de Goya

Por ser de barrio marginal fue condenado a muerte, para dar ejemplo; su ejecución serviría -según las personas honorables- para que los malhechores tuvieran miedo y no cometieran más fechorías.
Él, ese gris amanecer, vio a los hombres armados que le apuntaban y sonrío con sorna, el ayer no era nada y el mañana nunca tuvo sentido, vivió al filo cada día.
En su nombre se desataron las polémicas más grandes, los menos abogaban por la vida, la mayoría -ciegos borregos e impulsados por un fanatismo mediático- aplaudía su ejecución pública; esas miles de voces cuchicheaban que así la "sociedad" tendría ejemplo. Pero en el mismo instante que el plomo le partía la vida en otra parte de la ciudad diez hombres asaltaban un banco, un niña era violada y a los criminales les importaba poco lo que sucedía en la cárcel y menos qué pensaban las "buenas" personas. Hoy -como mañana- decían los apestados de la tierra había que sacar el día para comer algo.
Esta sociedad -la nuestra- individualista y malvada nos ha inculcado los valores del egoísmo, el arribismo y la codicia como ejes morales fundamentales de la vida, por eso  la mayoría es capaz de admirar al criminal de cuello blanco por la opulencia con que llega a vivir; como al alto funcionario o un empresario deshonesto, quienes le roban millones al Estado, es decir a nosotros los ciudadanos y nos condenan a vivir con violencia e inseguridad e incluso aplaudir la pena de muerte de un don nadie como un acto redentor. Sin comprender que estos criminales -de cuello blanco no el carterista- son los responsables de la debacle social que vivimos cada mañana.
En ese sentido, me parece ridículo e irónico que por allí se ande promoviendo por parte de una ex diputada una ley a favor de la pena de muerte, porque ella -en particular, por si no lo recuerdan- forman parte de este círculo infernal en que se ha convertido nuestro país; su padre creó una época de terror, incluso, fusiló de manera sumaria a quien se le dio la gana. Fue un canalla dictador, eso fue y espero que lo condenen en vida y la historia lo esconda del juicio de los justos. Ella como los diputado ladrones, le han robado a la patria millones y están tan campantes que da vergüenza vivir aquí por personas de este calibre moral, quienes aplauden a la pena de muerte.

Querido lector, aunque usted no lo crea el relato inicial de esta columna forma parte del imaginario de uno de los dos últimos hombres fusilados en el país, aquel lunes de septiembre del año 1996. Por eso sé que llegó el día, nos podemos levantar -como sociedad-  y caminamos  al paredón de fusilamiento (creo que eso va a pasar) oímos nuestras voces gritar preparen, apunten...  para inmolarnos o reinventamos nuestra forma de vivir, es decir nuestros valores para que la vida tenga un sentido de bondad y equilibro para todas y cada uno. Suena cursi la frase anterior pero con ciertos ideales hay que vivir, ¿acaso usted no los tiene?, ¿cuáles son? Usted lo sabrá.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario