Cada mañana,
usted -querido lector o lectora-, cuando se enfrenta a su vida cotidiana
conoce, a veces sin querer, las necesarias y consabidas noticias de la vida
política de su "patria".
En ese momento,
a menos que sea usted un político corrupto -porque aclaro que el 99.9 % de los
políticos son corruptos- se verá en la necesidad de pensar que un mundo
diferente es posible, tal vez en una isla solitaria donde la vida no sea esta
construcción nefasta como la de su país.
Porque, por
ejemplo, entre las declaraciones penales de la ex-vicepresidenta presidiaria
sobre los 24 millones de quetzales y el agüita mágica para limpiar el Lago de
Amatitlán o las del idiota y racista de donald
trump -en minúsculas- uno piensa que los políticos aparte de ladrones
tienen serias deficiencias en el orden mental; pero -por razones de la ambición-
han llegado al poder y lo han ejecutado torciendo las posibilidades de la vida
social. Es decir, se han robado el dinero que les corresponde a los ciudadanos,
quienes pagamos impuestos para tener ciertos beneficios sociales.
También uno
puede leer u oír las noticias de las mujeres víctimas de la violencia de la
guerra civil en Guatemala y el doloroso proceso de resarcimiento que han tenido
que aguantar; para que después de 30 años ellas, la mujeres de Sepur Zarco,
pueden respirar con cierta dignidad; así nosotros podamos comprender que los
abusos físicos, sexuales y emocionales cometidos contra ellas por parte de los
militares tienen un castigo. Pero lo sorprendente es cuando uno lee los contra comentarios
de los “también” ciudadanos -en las
redes sociales- sobre estas noticias, quienes opinan algo ideologizado -con su
mentalidad derechosa- concluyo que tienen su filiación política en la maldad,
como el miserable de Donald o una analista menor que una vez expresó que los guatemaltecos
éramos miserables.
¡Vaya! Uno con
estas respuestas emitidas contra las mujeres de Sepur Zarco se queda con la
idea que la humanidad -como conjunto de seres vivos- no lo va a lograr por la
incapacidad de la mayoría de ver el bien común. Porque nadie en su sano juicio
puede decir que las víctimas son utilizadas como mecanismo politiquero, pero
quienes lo hacen tienen la mezquindad como conciencia, porque su madre, quien
los o las parió, solo pudo haberlo hecho por un acto de maldad; o estos seres
miserables no piensan que sus hermanas,
primas, tías, abuelas son mujeres también y merecen, en tanto que seres
humanos, todo el respeto como las mujeres de Sepur Zarco.
Querido lector o
lectora me alargué en las noticias de las mujeres víctimas porque es un tema
doloroso, pero mi tesis central en esta columna es sobre que “en la actualidad
lo universal forma parte del espacio local.” Sobre todo, con esa
"virulencia" de la información que se tiene en la redes sociales. Con
ese tráfico de noticias e información uno se termina enterando de cada cosa que
pasa en el mundo, que mi abuela, quien solo es un recuerdo, se horrorizaría
ante tanta inquina como maldad.
Pero el mundo
gira y ahora grita -desde esa visión virtual- todo lo que le sucede y es cuando
comprendemos que la política actual
-como ejecución del poder- es el arte de la desinformación. Es decir, los
individuos politiqueros, quienes participan en el "juego" del
gobierno, deben crear suficiente confusión informativa -como una condición
necesaria- para que los ciudadanos no entendamos que es lo que sucede, incluso
opinemos tonteras como la mayoría en las redes sociales o solo nos levantemos
cada mañana y oigamos, a veces sin querer, las noticias nefastas de la política
local de nuestra patria. ¿Dónde está usted querido lector o lectora?
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