Hace
unos días escribí un #hashtag que invita a vivir en un mundo sin armas. La
propuesta es un anhelo necesario. Además, es estos días, fundamental porque una
parte de la humanidad es asesinada por la violencia que imponen las armas.
Harold Caballeros |
En
ese sentido, como humanista, expreso que no existe ninguna causa justa para la
guerra: no hay pueblos elegidos, ni religiones que lo justifiquen, ni predestinados
que la impongan, menos debe haber borregos que la obedezcan. NO HAY CAUSA JUSTA
PARA LA GUERRA, insisto. Debe haber un sentido de paz en toda la humanidad.
Sin
embargo, las noticias en el mundo nos destrozan al enterarnos que otro país, en
este caso Siria, fue destruido por la ambición de la riqueza. Parece que la
paranoia del poderoso fuese el recurso único que tiene la humanidad para vivir.
En ese aspecto, el Pastor Caballeros
es el arquetipo de persona que promueve la xenofobia, el racismo y la guerra
como causa para su fe. Él lo expresó en
un “post”, -comentario en las redes sociales- por lo que puedo intuir que su
dios está hecho de ignominia, supongo que a imagen y semejanza de su maldad. Porque
ningún hombre que profesa la fe -de cualquier cuño- puede incitar a la
violencia contra un grupo como él lo ha hecho, al hacerlo deja de ser un hombre
de fe. Su post surgió como respuesta a la iniciativa de Obama ante el Consejo de Seguridad de la ONU y un discurso de Kerry
en el que se propone un plan de paz entre palestinos e israelíes.
Expreso
la siguiente conclusión, porque en su post el pastor incita a la violencia. Él escribió con claridad: “La guerra está cantada. EE UU ganó una o dos
décadas pero la guerra continúa…”. Incluso si leo la frase fuera de
contexto me horroriza, porque tengo la certeza que buena parte de la humanidad
no desea la guerra. ¿Por qué un hombre como Caballeros incita a la guerra?, ¿qué intereses puede tener él como
promotor de la violencia?, ¿acaso tiene empresas que crean armas?, o ¿impulsa
algún ejército privado? Preguntas directas
que surgen, porque un pastor protestante no debe estimular a la guerra.
Además,
un hombre de fe debe promover la hermandad de la humanidad a través de sus
creencias, no incitar al odio. El pastor de marras, en ese mismo comentario,
evidencia su racismo, al tildar al Presidente Obama de negro. El pastor afirma que Obama es traidor a su raza. ¿Hay razas para su dios? Acaso, según
la doctrina cristiana, ¿no somos todos criaturas de dios? El pastor parece no
tener claro este precepto. Intuyo, me puedo equivocar, que él se siente
superior a otros seres humanos. Por lo
que concluyo que su “dios” es diferente al dios de ese niño muerto en la
guerra.
Puedo
seguir analizando el comentario del “pastor de la guerra”, pero no tengo más
espacio en la columna. Por lo que me debo hacer una petición en nombre de
millones de seres humanos, como usted o yo querido lector, que amamos la
paz. Para empezar el pastor Caballeros debe emitir una disculpa
pública por la perversión de su comentario. También, según mi criterio, debe
redimir su comportamiento con una acción concreta por incitar al odio y la
violencia. En ese sentido, pediría la opinión de todos ustedes para que
expongan cuál creen que deben ser las acciones que debe hacer el pastor para
crear un mundo en paz.
Como
lo expresé al inicio, soy un hombre de paz, un humanista que no cree en la
violencia como un método para imponer ideas. Dejo este anhelo de paz mundial
lanzado al espacio del electrón #unmundosinarmas
No profeso ninguna religión. Y no lo hago porque mi fe está puesta en el ser humano y sus enormes posibilidades de convivencia posible, sin preceptos que interpretados por intermediarios al caso, desvirtúan, en su mayoría, las ideas originales que han dado surgimiento a las religiones y los dioses. Si el señor Caballeros adapta a sus prejuicios la pésima lectura de un libro como la Biblia, es un hecho relevante por la incidencia que tiene entre los fieles de SU religión y de paso, entre los grupos de intolerancia a la otredad, se manifiesta esta, como se manifieste. Hombres como él, que estructuran sus creencias a imagen y semejanza de su pobreza humana, suman una caterva de "pensadores" de riesgo para las comunidades en paz y ante los que hay que alzar la voz de alarma e identificación pública. Pues bien, sobre la guerra y las armas: ambas estarán vigentes de manera irremediable. El recurso de la violencia armada en pos de un ideal u objetivo pretendidamente de beneficio espiritual o material para una sociedad o grupo social determinado, hace que los deseos por una paz mundial y el fin de las armas pueda sentirse hoy, como un reclamo en el desierto. Sin embargo, como humanistas, sin duda, debemos tener bien clara nuestra postura y definición al respecto. Hay circunstancias que van desde lo individual a lo colectivo, en que nos vemos atrapados en disyuntivas pro fuerza como recurso extremo e inevitable, en el reclamo ineludible de justicia y cambio sociales. Allí está la historia con sus condenas y apologías de las armas, incesantes en su noria de lo posible y lo imposible. Recientemente he visto un video producido para difundir una canción llamada "Somos anormales" del grupo Residente Calle Trece... esa interpretación en imágenes de nuestra pobreza y contradicción humana, creo que debe ser vista por la forma en que de manera bastante aproximada y cruda, nos retrata tal cual somos.
ResponderEliminartus palabras siempre con sabiduría por la paz. gracias por la comunión de la vida. ar
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