Como premisa fundamental, querido
lector/a, vamos a dejar en claro que el
comunismo es una doctrina política, no una enfermedad. Solo en la mentalidad retorcida de algunas
personas, alrededor del mundo, como Joseph
McCarthy, John Edgar Hoover y otros, en la esfera local, como Mariano Rossell y Arellano o el mismo Carlos Castillo Armas interpretaron -para su conveniencia de lucro- que el
comunismo era una enfermedad. Cité a estos personajes, precisamente de la
década del cincuenta, porque fueron nefastos para la humanidad.
Debo
usar la palabra nefasto porque personajes como ellos rediseñaron la sociedad
actual desde la percepción violenta que impone el anticomunismo. Veamos el caso
concreto de Guatemala, un país en el centro de América que siempre ha estado
gobernado y regido por la derecha, quienes tienen por imposición la ideología
del anticomunismo.
En este momento de la reflexión,
algún “derechoso” saltará y me dirá que si no fuera porque la derecha actuó
-con esa saña, agregaría yo- seríamos otra Cuba. ¡Qué triste su análisis!, es
como pensar que te vas a ganar la lotería sin jugarla: uso el ejemplo de la
lotería para que comprenda. Porque, explicar qué es la historia contrafactual,
como modelo de análisis del tiempo, no tiene sentido en este espacio. Además,
no hay peor ciego que el que no quiere ver. Uso, otra vez, un refrán popular
porque el pensamiento de derecha -en términos generales- es muy limitado. También,
porque no hay nada peor que un arribista de ultraderecha, sin tener la posición económica para ejecutar
el despojo sobre otras personas.
Es decir, la ideología
anticomunista -que subvenciona al capitalismo- se define, en la práctica
social, por la capacidad de despojo que le otorga el sistema a unas personas
sobre otras. Incluso, lo legitima a través de la legalidad; el salario mínimo
es la máxima expresión de esta estructura legal. Además, para explicarlo con
simplicidad, no tiene sentido exponer qué es el comunismo, porque eso NUNCA lo
ha vivido el país.
Todo esto lo reflexiono porque
veo que el país se construye desde la esquizofrenia social: un sicópata
evangélico atropella a unas niñas, la mafia del gobierno asesina a 42 niñas y
otro niño -un desencajado, producto de las falencias que el sistema impone-
entra a la sala de un hospital y dispara a quemarropa, entre otros terribles
casos con la pérdida de vidas. Se extravió toda la dignidad humana; pero la
ciudad se sigue cayendo y nosotros caminamos como autómatas.
Pero si la realidad no fuera
evidente, por la violencia que el anticomunismo impone, alguna personas -con la
maldad de la derecha- hacen circular por la red un video donde acusan a la
diputada Sandra Morán; a la jefa del
Ministerio Público, Thelma Aldana; y
al procurador de los derechos humanos, Jorge
de León Duque, entre otras personajes
públicos, de ser los “culpables” de la muerte de las niñas del Hogar Seguro. Las 42 niñas que son ceniza en nuestros recuerdos.
¿De verdad? Es cuando creo que el
país está en la miseria humana más grande. Porque creer que las personas
mencionadas fueron las causantes de la muerte de las niñas es como creer que
los eclipses son causados por dios,
porque está enojado con los humanos.
Conocí a algunos supuestos
analistas de derechas, tuve la paciencia de sentarme con ellos a conversar -en
algún momento de mi vida- y es tan sencillo interpretarlos. Ellos no tienen
análisis, esas personas emiten sentencias de poder, aunque la realidad les
grite lo contrario. Mis palabras no están escritas con resentimiento, tal vez
con dolor por el país que se construye cada día. ¿Hasta cuando aguantaremos la violencia que impone el anticomunismo?
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